Ser madre

 

Ese día en el hospital, cuando vi a mi hermana siendo madre por primera vez, entré al cuarto no recuerdo el número, todavía no existía el coronavirus en nuestro cotidiano, pero tenía la sensación de estar entrando a un lugar donde tenía que cuidar todos los detalles: mi ropa, mis manos, que estuvieran muy limpias. Silencio y calma: tranquilidad. Y ahí estaba Ceci, cargando a Julia. Maru acostada y Arturo en la escena siendo un nuevo padre. Fue un sentimiento que no puedo explicar, que tal vez se siente contadas veces en la vida. El amor más puro, mariposas, nervios, felicidad, ganas de llorar. No había experimentado la maternidad de alguien cercane y amade desde ese otro lugar, desde el lugar donde la madre es otra y a mi me toca ser acompañante.

Julia: no podía creer lo pequeñita que era, dormida en los brazos de la mejor amiga de mi hermana.

Ahora mismo, con solo recordar esa escena del cuarto de hospital, la primera vez siendo tía, mis ojos se llenan de lágrimas. Miré a Maru, sonriente y hermosa en la cama, disfrutando a las visitas y la sorpresa de todo quién llegaba a ver a su bebé.

Nunca voy a olvidar cuando la cargué por primera vez, tan pequeñita, tan vulnerable, pero tan fuerte y resistente al parto y a la vida.

Julia tiene ahora dos años y corre y habla, y es traviesa. Hoy es su cumpleaños. Le enseñé las fotos que le tomaba con el aparato negro y grande, el que siempre carga la tía Acquel, le dicen cámara y es monstruoso. La curiosidad de la niña al ver como una pantalla la muestra a ella y a ese bebé ibual al mío.

Amo la vida.

 
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